17 marzo 2017

PALOS DE CIEGO


Durante la charla que tuve el placer de compartir con varios autores en el Termicómic 2017, pude conocer en persona a El Irra por fin. No habíamos podido vernos en el último Expocómic, a pesar de andar por allí ambos, con lo que había ganas. Y la verdad es que no defrauda en las distancias cortas. Habiendo leído Palos de Ciego antes de ello, la obra a reseñar no podría reflejar mejor el carácter del autor de San Juan de Aznalfarache. En uno de sus barrios más conflictivos (La Esquina del Gato) discurre la historia de Jesús. Eso da cuenta de que lo que se muestra en Palos de Ciego no está contado de oídas, ni habiéndose metido en Google. Es más, en la maravillosa entrevista que le hicieron para Metrópoles Delirantes, le contaba a Nieves Rodríguez que incluso había tenido que cortarse a la hora de trasladar la cruda realidad.

Cuando terminé la primera lectura de este tomo editado por Astiberri, lo que se me fue viniendo a la cabeza son términos como verdad, fuerza y corazón. Y básicamente creo que ahí radica el secreto del éxito de El Irra. Tanto el continente como el contenido no son para nada impostados. No hay nada que chirríe, que esté metido con calzador para parecer "más de barrio". Los personajes no están estereotipados. Hablan con voz propia que el autor rescata desde sus recuerdos. La enorme fuerza que transmite tanto el trazo como el color no es algo baladí tampoco. La saturación del color se va haciendo cada vez más palpable a medida que la trama avanza. Y el corazón que respira Palos de Ciego por los cuatro costados. Ese amor por lo que uno hace está en cada una de las páginas. El creer en uno mismo y en lo que estás contando, por encima de las modas que imperen en el momento en que tú piensas que hay que hablar de lo que uno conoce.

La influencia de Frank Miller es innegable, hasta el punto de aparecer como personaje al comienzo del tomo. Es lo que El Irra ha mamado como lector, pero lo sabe destilar de tal forma que finalmente es una herramienta al servicio de lo que él quiere contar, no una recopilación de clichés basados en la obra de Miller. Parece sencillo así dicho, pero os invito a que hagáis una lista de autores que hayan conseguido algo similar con su primera obra larga. Quizá os sorprenda. También se puede ver la influencia de revistas como Zona 84 en ese estilo de líneas rectas y figuras retorcidas. En un podcast escuchaba no hace mucho que el estilo tenía algunas semejanzas con el de Jason Latour en Paletos Cabrones. No sé si El Irra estará muy de acuerdo, pero se lo preguntaré en una entrevista que estamos preparando. 

No me puedo olvidar del Cine y la Música. Son partes fundamentales en la tarea de contar la historia y eso se acaba trasladando al lector cuando te metes de lleno. Palos de Ciego sabe al Scorsese de Malas Calles o Uno de los Nuestros, al Brian de Palma de Carlito's Way, al Elia Kazan de La ley del silencio, y porqué no decirlo, al cine quinqui de Eloy de la Iglesia. El ambiente opresivo de la ciudad a la que vuelve Jesús, y ese crescendo de la tensión, como en una cinta de Peckinpah. Los temas que el propio autor recomienda como propios para usarlos como banda sonora: Triana, Nino Bravo... Todos esos pequeños detalles, acaban funcionando como en aquellos relojes antiguos que el artesano se encarga de poner a punto.

Llegados a este punto habrá quién esté esperando un resumen o una sinopsis de la historia. Si no os ha convencido todo esto que os he contado, creo que hablaros de la trama sin entrar en detalles no os hará mover el culo hasta la librería. Pero por si las moscas, quiero acabar esta reseña usando palabras textuales de su autor, recogidas de una entrada en su blog allá por diciembre de 2015: "Palos de ciego es la cara B de la Sevilla de postal. Esa que no habla de belleza. Tan solo de fatiguitas, rutina y mucho paro. Voy a contar esta historia aunque sea lo último que haga." Y vaya si la ha contado.

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