El bailarín es Ramiro Keai, cuya foto debería estar en el diccionario justo al lado de la palabra parsimonia. Bueno, más que parsimonia podría decirse que lo suyo es pura pachorra, porque hasta para contestar por teléfono se toma su tiempo. La gente que no lo conoce, piensa incluso que les está llamando un pervertido de esos que solo se dedica a llamar para oír la voz de sus víctimas. Eso sí, detrás de esa tranquilidad que lo caracteriza hay un mal genio que sólo despierta cuando su ilimitada paciencia se acaba. Entonces es cuando lo recomendable es no cruzarse por su camino. Puede ser por la calentura en un partido, porque hay que tener en cuenta que los chavales que forman equipos nuevos no tienen el handicap de las resacas nocturnas, o los higados putrefactos, y eso puede hacer que el físico haya que sustituirlo por la intimidación. Suele llevar atuendos muy comodos, como ropa deportiva o pantalones anchos de bajada fácil (por si hay que enseñar el culo). Estudia empresariales y tiene pensado infiltrarse en la república independiente de Cataluña con no se sabe muy bien que fines (seguro que no muy buenos).
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