02 octubre 2018

EL ESPÍRITU DEL ESCORPIÓN


Ya ha pasado un tiempo prudencial desde que cayó la última reseña, la de El Rey Araña, así que es momento de repasar una de las últimas obras que han caído en mis manos: El espíritu del escorpión, de Fernando Llor y Pablo Caballo. Ya la incluí dentro de La cesta del mes de junio, pero había ganas de entrar más en materia por varios motivos que podréis ir leyendo a continuación.

El espíritu del escorpión es una viva muestra de que la mayoría de las veces, por no decir siempre, la realidad supera con creces a la ficción. El amigo Fernando Llor coge lo necesario de los hechos reales que están documentados, para contar en paralelo lo que sucedió previamente a la masacre de Srebrenica en 1995, y durante los días en que Radovan Karadzic actuaba como médico alternativo bajo el nombre de Dragan Dabic, allá por 2008. Ambas líneas temporales están perfectamente hilvanadas y las transiciones muy bien ejecutadas. Por su parte, Pablo Caballo parece beber de influencias nada convencionales pero potentes como Alberto BrecciaBen Templesmith, Ashley Wood o el mismísimo Bill Sienkiewicz. En tiempos donde más de lo mismo a veces te agota como lector, encontrar autores que apuesten por este tipo de estilo es bastante refrescante. Además, la historia que cuenta Fernando no creo que pudiera tener otro tipo de estética mejor que la que pone en práctica Pablo.


La primera aparición de Karadzic en el libro es premonitoria de su actitud como Dragan Dabic: brazos abiertos y luz de fondo. Una puesta en escena casi mesiánica. Muy acorde con el rol que desarrolla Dabic, una especie de gurú de las energías que se cruza en el camino de Jasmina, la otra protagonista de la historia. Los depredadores tienen un instinto natural para detectar a las presas más vulnerables, y Jasmina desprende ese aroma a vulnerabilidad a lo largo de las 144 páginas (casi nada) que se han marcado Fernando y Pablo. He de hacer un alto en el camino para destacar la capacidad del segundo para mostrar las emociones e intenciones de los personajes principales sobre todo. De la misma forma que vemos a Karadzic/Dabic con esa puesta en escena luminosa, a lo largo de las sesiones su rostro cambia al de un ser más cercano a ese escorpión que se hace alusión en el título. Volviendo a la trama, Jasmina busca con desesperación una solución a su problema de infertilidad. Y la desgracia hace que esa desesperación le lleve a cruzarse en el camino de Karadzic/Dabic, ya como un personaje de cierto renombre en la medicina alternativa de Belgrado.


Los hechos del presente y el pasado se van solapando. Los seres cercanos a Jasmina no ayudan precisamente a que tenga un asidero emocional al que agarrarse, y eso no hace sino empujarla cada vez más a los brazos de Karadzic/Dabic. Una escena que muestra el asesinato en masa de civiles, acaba siendo la antesala de algo diametralmente opuesto en la consulta del genocida. Como si fueran dos partes de un mismo yo. Como ese Yin Yang que decora las paredes de la casa donde el hombre conocido como Dragan Dabic recibía a todo aquel que tenía la mala fortuna de escuchar su nombre en forma de recomendación. El desenlace por el que optan los autores me parece muy adecuado para mostrar la mácula emocional que este personaje dejó en sus "pacientes" y que tiene su punto final en una frase de Jasmina: "... le quiero pero tengo que matarlo".


Siendo una obra muy redonda de principio a fin, he de destacar dos momentos: el primero es cuando asistimos por vez primera a una de las sesiones de Jasmina con Karadzic/Dabic. El carácter sexual de las terapias que aplicaba es contado de manera brillante a base de primeros planos y planos detalle; el segundo es otra de las partes posiblemente más duras, y no son pocas las que te encuentras en una historia así, cuando los conocidos como "Los escorpiones" (grupo paramilitar serbio) y el VRS (Ejército de la República de Srpska), bajo el mando del general Ratko Mladić (quién actuaba al dictado de Karadzic) asesinan sin miramientos a una ingente cantidad de bosnios musulmanes con la excusa de buscar a colaboradores de Al Qaeda. Con esas dos palabras consiguen convencer al mando de los cascos azules, que supuestamente velaban porque la zona fuera segura, para que no intervengan en lo que de forma oficial iba a ser una investigación. Fernando y Pablo se desmarcan aquí de la, más o menos, narrativa tradicional que habían llevado, para ofrecer unas páginas que asombran, asustan y dan bastante en lo que pensar sobre las miserias del ser humano.

La edición de Panini está bastante bien y el precio es ajustado si tenemos en cuenta el formato y el número de páginas, amen de la calidad de la obra en sí. Me parece muy acertada, ya que hablamos de la edición, la idea de representar en las guardas los rostros en miniatura de las víctimas de la masacre orquestada por Karadzic. Esta es la segunda, pero no última, colaboración de Fernando con el sello Evolution Comics, tras Ojos Grises. Junto a un viejo conocido de servidor, Rafa Vargas, está preparando La pieza, que tendrá el listón muy alto después de haber disfrutado/sufrido como lo he hecho con El espíritu del escorpión

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