17 enero 2019

GENPET


Nueva reseña. A ver si en 2019 pueden caer con mayor periodicidad que el año pasado donde solo escribí tres al final. No obstante, de la última no hace tanto y la podéis leer clicando en este enlace. Puede que sea cosa de hacerse mayor y tener sobrinos con los que compartir lecturas, pero de un tiempo a esta parte soy cada vez más aficionado a las obras que gustan tanto a los más pequeños como a los adultos. Por mencionar dos ejemplos (hay muchos más) que conozco bien: La saga de Atlas & Axis o Ari, cazador de dragones. No en vano, este virus ya estaba germinando en mi interior cuando hice No hay lugar como el hogar, que bien podría sumarse a la pareja antes mencionada. GenPet, de Damián y Àlex Fuentes, me da justamente lo que a priori esperaba de su contenido: mucha diversión no exenta de ideas sobre las que reflexionar aquí y allá, y unas páginas cuyos próximos destinatarios ya tienen nombre y apellidos y serán bastante más jóvenes que yo. Estuve tentado de esperar e incorporar lo que ellos me dijesen a esta reseña. Algún día haré la prueba, pero estoy convencido que disfrutarán de GenPet tanto, aunque de una manera diferente, como yo lo he hecho.

Por empezar dando contexto a esta reseña, hay que decir que el volumen que tengo en mi poder es una recopilación brillantemente editada por Dibbuks, de los dos tomos que salieron originalmente en Francia de la mano de Ankama. Uno de sus puntos a favor para leerlo en este integral es que no hay un corte brusco entre lo que cuenta el primer tomo y el segundo. De hecho, hay que hacer de Sherlock Holmes para intentar averiguar donde acaba uno y empieza el siguiente en la edición original. El tamaño del tomo en español es realmente grande y hace que cada una de las 112 preciosas páginas de que consta, luzca lo mejor que se podría. Además, cuenta con una galería final de ilustraciones a cargo de Adrián, Miki Montlló, Víctor Giménez, Miguel y Javier Hernández, Nico Naranjo, Raquel Ródenas, Jordi Pascual García, Jordi Villaverde y Enrique Fernández. En cualquier librería especializada se debería poder encontrar sin tener que remover Roma con Santiago, teniendo en cuenta que salió en abril (fue una de las elecciones en La cesta del mes #39), a un precio de 25 €. Si no, siempre podéis recurrir a la web de la editorial clicando en ese enlace.

Centrándonos en la historia pero sin contar mucho, tenemos a un protagonista que es Nat, el chaval que aparece en la portada del tomo. Es un chiquillo que viaja con sus padres a Hong Kong en busca de una mascota genéticamente fabricada a la medida de los gustos de Nat. Esto no es algo que se pueda hacer en todos los países, de ahí que hayan tenido que viajar fuera para comprar un GenPet, que así se llaman estas mascotas. Primera idea sobra la que reflexionar, que entronca con los límites éticos acerca de los avances en genética. Los padres de Nat solo tienen una condición para pagar lo que les piden, y es que también debe poder defender a su hijo de posibles ataques. Esto se entiende unas pocas páginas más tarde, cuando a su regreso a Nueva York, son atacados y Nat acaba huyendo con Niko (que así tiene a bien en llamar a su GenPet), tras haber sido defendido por este de los agresores. Comienza ahí lo mollar de toda la historia, que es el viaje de Nat en solitario, alejado de sus padres y de las comodidades que parece haber disfrutado hasta la fecha. Además de arreglárselas en solitario, con la inestimable ayuda del que se acabará convirtiendo en su mejor amigo, tendrá que esquivar a los asaltantes del comienzo e intentar reunirse con su familia. No hay nada mejor para un lector menudo que el ver cómo alguien de su edad vive una aventura de este tipo. Meterse en el pellejo de Nat y pensar en lo que haría él/ella, sentirlo en primera persona y ver si será capaz de llegar a encontrar a sus padres. Punto ganador para los autores.

Desde el punto de vista del guión, el amigo Damián se marca una de sus mejores trabajos, al menos de los que he leído claro. Es capaz de centrar el argumento en una historia de amistad a prueba de balas (literal) entre Nat y Niko, sin sacrificar ni un angstrom de diversión y trepidante ritmo. Esto es algo complicado de conseguir desde el punto de vista del que escribe, porque hay que procurar ajustar perfectamente donde ponderar una cosa y donde otra. El objetivo es que el lector, que es la prueba de fuego de cualquier cómic, no sienta que le quieren tocar la patata de una forma tramposa y descarada, contando como el pobre chico se queda solo en Nueva York con la única compañía de su inseparable mascota. Para eso hay que hilar muy fino y Damián lo sabe hacer perfectamente. Es una cualidad que se debería empezar a ensalzar más allá de criticas livianas rollo "divertido argumento" o "el guión es algo sencillo pero trabajado". Yo entiendo que al estar a ambos lados del muro cuento con la ventaja que no tienen los que no son guionistas, pero no por ello me deja de chocar. Además, Damián es lo suficientemente inteligente como para terminar de contar lo que quería contar, pero dejar un final en todo lo alto para que, llegado el caso, se pudiesen seguir contando las aventuras de Nat, Niko y los amigos que hace en su peripecia.

En cuanto al arte de Àlex Fuentes he de decir que no conocía su trabajo (falta en mi debe), pero he acabado absolutamente enamorado tanto de su estilo, como del color y de los fondos que se marca. Por una parte es como si estuviéramos viendo una de esas series que aunque en un principio estén destinadas a un público infantil-juvenil, a los que no nos avergüenza admitirlo en público (aún los hay que sí lo hacen) nos divierten y apasionan al mismo tiempo. Hablo de Hora de Aventuras, hablo de Steven Universe, hablo de Hilda (que sí, que ya sé que antes fue cómic), hablo de Teen Titans. El estilo me encanta pero es que el color es algo inenarrable. No puedo imaginar una paleta de colores que le hubiera ido mejor a esta historia. Por último, debido al estilo que adopta se podría aventurar que los fondos de Àlex serían simplistas, o en todo caso quiméricos. Pero haciendo una búsqueda rápida por Internet, podéis ir mirando como representa a la perfección Brooklyn Heights, Chinatown, el Puente de Brooklyn, The Bitter End, el Madison Square Garden (hogar de los Knicks) y ahí paré, pero estoy convencido que cada edificio, cada pieza arquitectónica que aparece en GenPet, lleva tras de sí una detallada documentación previa de la ruta que sigue Nat en su aventura por la Gran Manzana.

Resumiendo en pocas palabras, tenéis que haceros con GenPet tanto si hay niños en casa como si los niños grandes sois vosotros.

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