Sin duda alguna, los chicos de Grafito Editorial están dando pasitos pequeños pero certeros para consolidarse como una de los sellos a tener en cuenta de aquí a medio plazo. No contentos con editar obras de autores nacionales, y vender los derechos de algunas a mercados como el galo (caso reciente de Buckson, Cazador de Sonrisas o ¡Socorro! ¡¡Mi madre tiene Facebook!!), ahora se animan a importar este Ordinary de Rob Williams y D'Israeli. La historia se publicó en 2014 bajo el sello de Titan Comics, y ahora se puede disfrutar en un tomo que recopila los cuatro números de que constaba la edición original.
La premisa de la que parte Ordinary es bastante original y sirve de gancho para atraer a un público demasiado acostumbrado/hastiado de manejar siempre argumentos muy manidos. El protagonista de Ordinary, Michael Fisher, es un pobre hombre que se queda como el último ser vivo sobre la faz de la Tierra en no tener superpoderes. A partir de ahí sobrevienen las consecuencias de tamaña rareza. Por una vez en su anodina existencia, Michael es considerado como alguien especial en una vida, por lo que vamos viendo en la introducción, llena de cagadas como pareja, como padre, como amigo e incluso como profesional de la fontanería.
Su carencia de poderes no pasa desapercibida para el gobierno de su país, EE.UU, que anda en busca de una cura para semejante pandemia. Y es que unos pocos superhéroes pueden ser una bendición (o no) para el país de las barras y las estrellas, pero toda una población descontrolada haciendo gala de los más disparatados dones, es un problema de proporciones bíblicas. De esta manera, Michael se convierte en objetivo de los suyos, mientras al mismo tiempo intenta dar con su hijo en medio del caos reinante.
En esa búsqueda se va a ir encontrando con una galería de personajes tan atractivos como bizarros: los hermanos Tweedle intentando cobrarle una deuda, su amigo Brian convertido en oso, un reportero de la CBS con una cámara por cabeza... A pesar de lo penoso que haya podido resultar hasta ese momento como padre, los acontecimientos hacen que Michael se percate de que lo más importante es encontrar y poner a salvo a su hijo Josh. Con la ayuda de la Doctora McDonald, encargada de encontrar la cura al virus, iniciará una segunda etapa en la que el vicepresidente de los USA se empeña en cortar de raíz la opción de fabricar esa cura. Y la mejor manera de hacerlo no es otra que matar a Michael.
Rob Williams y D'Israeli (Matt Brooker) son dos autores británicos con un amplio recorrido en el mundo del cómic. Williams empezó su carrera con Cla$$war, y de ahí llamó la atención de 2000AD para pasar a realizar varias colecciones de Marvel (sobre todo), aparte de trabajos puntuales para Dark Horse o Dynamite. D'Israeli ha trabajo de la misma manera para 2000AD y ocasionalmente para DC, pero sin duda alguna, sus trabajos más conocidos son dibujando Lazarus Churchyard con Warren Ellis, o los de entintador del Sandman de Neil Gaiman y el Mata a tu novio de Grant Morrison.
En Ordinary hayamos ese punto de crítica a uno de los escenarios más probables que se darían si algo así sucediera de verdad: que el gobierno americano pensara que es una señal divina para encabezar una purga contra el que no estuviera alineado en su bando. Y ese vistazo ácido es una característica muy común en los autores británicos, que por otra parte siempre lo bordan. ¿Qué pasaría si la historia transcurriera en otro país? Pues es muy posible que se pudiera usar el mismo esquema sin perder credibilidad. Porque en Ordinary, divertimentos al margen, siempre planea esa cuestión de fondo sobre cómo aflora la naturaleza humana en situaciones extremas. En este caso, Williams nos muestra la mejor versión de un perdedor cuando parece que el fin del mundo está muy cerca. El estilo de D'Israeli es muy apropiado para el guion de Ordinary. Y es que esta misma historia, pero con un autor más pendiente de que los personajes con poderes aparezcan como si posasen para el Sports Ilustrated, hubiera sido una mofa.
La edición es la misma que el resto de títulos de Grafito, con un formato en rústica con solapas del mismo tamaño que anteriores lanzamientos, lámina de regalo en su interior a cargo de Brian Ching y Michael Atiyeh, un prólogo del gran Warren Ellis, y una galería de extras con ilustraciones de Mark Buckingham, James Harren, Alison Sampson y Ruth Redmond o Neil Googe, además de un artículo donde JV Chamary habla de cuánto hay de científico en el guion de Rob Williams. Podéis haceros con un ejemplar (o los que queráis) clicando en este enlace para pedirlo directamente a la editorial. Si sois más de comprar en tienda, pues lo podéis encontrar fácilmente o preguntar a vuestro amigo librero para que os lo traiga.
La premisa de la que parte Ordinary es bastante original y sirve de gancho para atraer a un público demasiado acostumbrado/hastiado de manejar siempre argumentos muy manidos. El protagonista de Ordinary, Michael Fisher, es un pobre hombre que se queda como el último ser vivo sobre la faz de la Tierra en no tener superpoderes. A partir de ahí sobrevienen las consecuencias de tamaña rareza. Por una vez en su anodina existencia, Michael es considerado como alguien especial en una vida, por lo que vamos viendo en la introducción, llena de cagadas como pareja, como padre, como amigo e incluso como profesional de la fontanería.
Su carencia de poderes no pasa desapercibida para el gobierno de su país, EE.UU, que anda en busca de una cura para semejante pandemia. Y es que unos pocos superhéroes pueden ser una bendición (o no) para el país de las barras y las estrellas, pero toda una población descontrolada haciendo gala de los más disparatados dones, es un problema de proporciones bíblicas. De esta manera, Michael se convierte en objetivo de los suyos, mientras al mismo tiempo intenta dar con su hijo en medio del caos reinante.
En esa búsqueda se va a ir encontrando con una galería de personajes tan atractivos como bizarros: los hermanos Tweedle intentando cobrarle una deuda, su amigo Brian convertido en oso, un reportero de la CBS con una cámara por cabeza... A pesar de lo penoso que haya podido resultar hasta ese momento como padre, los acontecimientos hacen que Michael se percate de que lo más importante es encontrar y poner a salvo a su hijo Josh. Con la ayuda de la Doctora McDonald, encargada de encontrar la cura al virus, iniciará una segunda etapa en la que el vicepresidente de los USA se empeña en cortar de raíz la opción de fabricar esa cura. Y la mejor manera de hacerlo no es otra que matar a Michael.
Rob Williams y D'Israeli (Matt Brooker) son dos autores británicos con un amplio recorrido en el mundo del cómic. Williams empezó su carrera con Cla$$war, y de ahí llamó la atención de 2000AD para pasar a realizar varias colecciones de Marvel (sobre todo), aparte de trabajos puntuales para Dark Horse o Dynamite. D'Israeli ha trabajo de la misma manera para 2000AD y ocasionalmente para DC, pero sin duda alguna, sus trabajos más conocidos son dibujando Lazarus Churchyard con Warren Ellis, o los de entintador del Sandman de Neil Gaiman y el Mata a tu novio de Grant Morrison.
En Ordinary hayamos ese punto de crítica a uno de los escenarios más probables que se darían si algo así sucediera de verdad: que el gobierno americano pensara que es una señal divina para encabezar una purga contra el que no estuviera alineado en su bando. Y ese vistazo ácido es una característica muy común en los autores británicos, que por otra parte siempre lo bordan. ¿Qué pasaría si la historia transcurriera en otro país? Pues es muy posible que se pudiera usar el mismo esquema sin perder credibilidad. Porque en Ordinary, divertimentos al margen, siempre planea esa cuestión de fondo sobre cómo aflora la naturaleza humana en situaciones extremas. En este caso, Williams nos muestra la mejor versión de un perdedor cuando parece que el fin del mundo está muy cerca. El estilo de D'Israeli es muy apropiado para el guion de Ordinary. Y es que esta misma historia, pero con un autor más pendiente de que los personajes con poderes aparezcan como si posasen para el Sports Ilustrated, hubiera sido una mofa.
La edición es la misma que el resto de títulos de Grafito, con un formato en rústica con solapas del mismo tamaño que anteriores lanzamientos, lámina de regalo en su interior a cargo de Brian Ching y Michael Atiyeh, un prólogo del gran Warren Ellis, y una galería de extras con ilustraciones de Mark Buckingham, James Harren, Alison Sampson y Ruth Redmond o Neil Googe, además de un artículo donde JV Chamary habla de cuánto hay de científico en el guion de Rob Williams. Podéis haceros con un ejemplar (o los que queráis) clicando en este enlace para pedirlo directamente a la editorial. Si sois más de comprar en tienda, pues lo podéis encontrar fácilmente o preguntar a vuestro amigo librero para que os lo traiga.
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