Pretty Deadly es un cuento cruel en ocasiones, pero bello de principio a fin como el título que lo adjetiva. Es una mezcla de géneros que funciona como si hubieran estado ahí, esperando toda la vida hasta que alguien los maridase. Y han tenido que ser Kelly Sue DeConnick en el guión, Emma Ríos en el dibujo y Jordie Bellaire en el color, las que unieran fuerzas para hacernos llegar hace un año y medio, esta serie de la que de momento se han publicado los cinco primeros números. Estos salieron en formato comic book con el sello de Image Comics, para después recopilarse en un TPB con el que me hice antes de que Astiberri pusiera a la venta la edición española bajo el título de Bella Muerte a finales de 2014. Leyendo algunas entrevistas concedidas por la autora pontevedresa tras la publicación de esta obra, a uno se le viene a la cabeza varias cosas, como por ejemplo en qué estarían pensando en Marvel Comics para no darle su lugar a Ríos; o cómo al final acaba cumpliéndose en ocasiones aquella famosa frase de La Eneida: "A los osados les sonríe la fortuna"... por suerte, valga la redundancia.
Pero vamos de nuevo al comienzo. La fusión de géneros como el western, la fantasía, el cuento o el manga por citar los más evidentes. En apariencia, antes de ponerte a leerlo y habiendo visto los adelantos que se fueron ofreciendo, la historia tenía pinta de tener mucho de western (y eso a mí ya me convenció, sinceramente). Aunque es cierto que el entorno donde se cuenta la historia y la estética son muy "del Oeste", no dejan de ser la muñeca más grande de esta matrioska. Una vez metidos en faena con la lectura, y sin desvelar más de la cuenta para que podáis disfrutarla como se merece, me encontré con un primer número en el que se presentan todos los personajes que van a protagonizar el grueso de la historia. Pero para nada son presentados de una manera explícita, donde quede mascado de qué pie cojea uno, qué motiva a la otra, o la verdadera misión de varios de ellos. A todo esto, la supuesta protagonista, Deathface Ginny (de espaldas y a la derecha en la imagen de arriba), es la que menos presencia escénica tiene en esta obertura. Si conocéis el término culinario trampantojo, aquí se podría aplicar de alguna manera, ya que según vas avanzando te encuentras con que lo que dabas por sentado que iba a ser de cierta forma, no es así para nada. Y no estoy hablando de trampas de guionista que DeConnick haya metido de una manera artificiosa para que prestemos atención a una mano, mientras con la otra nos está haciendo el truco sin que lo veamos. Estoy hablando de una trama que va evolucionando y que te deja con el culo torcido a cada página que vas pasando. Pero como diría Mayra... hasta aquí puedo leer.
Mención aparte merece el aspecto gráfico del repóquer de números, a cargo de Emma Ríos y Jordie Bellaire. La primera hace un alarde de creatividad con el diseño de los personajes y los lugares donde transcurre este primer tomo de Pretty Deadly. Los planteamientos de cada página ayudan al lector, al menos conmigo lo hicieron, a sentir que de verdad estás escuchando ese cuento que en cada inicio de ejemplar el conejito le cuenta a la mariposa. Las escenas de lucha son una verdadera joya narrativa donde la influencia del manga se deja notar de una manera exquisita, cogiendo lo mejor y dejando de lado lo que pueda entorpecer al motor de este clásico instántaneo. Bellaire se luce una vez más. Ya lleva haciéndolo estos años junto con Declan Shalvey en alguna que otra obra reseñada por aquí, como Caballero Luna: De entre los muertos. El uso de colores apagados, terrosos si es que se puede aplicar ese término (que tampoco quiero pecar de resabido), es una elección tan inteligente como complicada de llevar a buen término sin la destreza suficiente. La talentosa colorista, al igual que sus dos compañeras, sale victoriosa de esa batalla. Por todo esto y por mucho más que ni quiero ni debo desvelar, además de porque dentro de poco tendremos otro arco con las nuevas aventuras de Ginny vaya usted a saber dónde y con quién, os recomiendo encarecidamente la compra de Pretty Deadly o de Bella Muerte en cualquiera de sus ediciones.
Pero vamos de nuevo al comienzo. La fusión de géneros como el western, la fantasía, el cuento o el manga por citar los más evidentes. En apariencia, antes de ponerte a leerlo y habiendo visto los adelantos que se fueron ofreciendo, la historia tenía pinta de tener mucho de western (y eso a mí ya me convenció, sinceramente). Aunque es cierto que el entorno donde se cuenta la historia y la estética son muy "del Oeste", no dejan de ser la muñeca más grande de esta matrioska. Una vez metidos en faena con la lectura, y sin desvelar más de la cuenta para que podáis disfrutarla como se merece, me encontré con un primer número en el que se presentan todos los personajes que van a protagonizar el grueso de la historia. Pero para nada son presentados de una manera explícita, donde quede mascado de qué pie cojea uno, qué motiva a la otra, o la verdadera misión de varios de ellos. A todo esto, la supuesta protagonista, Deathface Ginny (de espaldas y a la derecha en la imagen de arriba), es la que menos presencia escénica tiene en esta obertura. Si conocéis el término culinario trampantojo, aquí se podría aplicar de alguna manera, ya que según vas avanzando te encuentras con que lo que dabas por sentado que iba a ser de cierta forma, no es así para nada. Y no estoy hablando de trampas de guionista que DeConnick haya metido de una manera artificiosa para que prestemos atención a una mano, mientras con la otra nos está haciendo el truco sin que lo veamos. Estoy hablando de una trama que va evolucionando y que te deja con el culo torcido a cada página que vas pasando. Pero como diría Mayra... hasta aquí puedo leer.
Mención aparte merece el aspecto gráfico del repóquer de números, a cargo de Emma Ríos y Jordie Bellaire. La primera hace un alarde de creatividad con el diseño de los personajes y los lugares donde transcurre este primer tomo de Pretty Deadly. Los planteamientos de cada página ayudan al lector, al menos conmigo lo hicieron, a sentir que de verdad estás escuchando ese cuento que en cada inicio de ejemplar el conejito le cuenta a la mariposa. Las escenas de lucha son una verdadera joya narrativa donde la influencia del manga se deja notar de una manera exquisita, cogiendo lo mejor y dejando de lado lo que pueda entorpecer al motor de este clásico instántaneo. Bellaire se luce una vez más. Ya lleva haciéndolo estos años junto con Declan Shalvey en alguna que otra obra reseñada por aquí, como Caballero Luna: De entre los muertos. El uso de colores apagados, terrosos si es que se puede aplicar ese término (que tampoco quiero pecar de resabido), es una elección tan inteligente como complicada de llevar a buen término sin la destreza suficiente. La talentosa colorista, al igual que sus dos compañeras, sale victoriosa de esa batalla. Por todo esto y por mucho más que ni quiero ni debo desvelar, además de porque dentro de poco tendremos otro arco con las nuevas aventuras de Ginny vaya usted a saber dónde y con quién, os recomiendo encarecidamente la compra de Pretty Deadly o de Bella Muerte en cualquiera de sus ediciones.
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