La segunda deuda era para con El Torres. La historia que teje el maestro Torres es una vuelta de tuerca al material original de Robert E. Howard (publicado en nuestro país por Valdemar entre otras editoriales), colocando al carismático Kane con una edad avanzada, más incluso de la que aparenta, en la que ha de afrontar un Last Dance, como está de moda decir en los últimos tiempos. No en vano hay viñetas en las que puedes ver en su rostro al William Munny de Sin Perdón pero con el pelo largo. Arrancar a Kane de los escenarios de Europa y África para colocarlo en la Nueva Inglaterra de los juicios de Salem es una jugada soberbia. Al igual que montar la trama principal del argumento introduciendo la baza de la infestación es un concepto tan sólido como coherente con el espíritu original del personaje. Además, el detalle de ponerle el rostro de Peter Cushing al infame magistrado Cotton Mather respira el amor que el guionista siente por el catálogo de la Hammer. No hace tanto leía al querido Fernando Llor decir que es muy complicado escribir historias de terror. Doy fe de ello. Y en este terreno, Torres lleva sentando cátedra desde hace años y es el espejo en el que los demás compañeros hemos de mirarnos.
El arte corre por cuenta del tándem conformado por Jaime Infante y Manoli Martínez. Muchas veces los mejores resultados vienen de un equipo que encaja como puzle de tres piezas en este caso, no de tener a una figura preeminente ocupando uno de los vértices. En términos culinarios, los ingredientes acabaron siendo una amalgama de cinco estrellas. De Jaime Infante ya os hablé cuando tocó reseña de Progenie... ah, ¿que no os la leísteis? Pues ya estáis tardando en hacer click aquí y cumplir. En El Puritano, Infante da un paso más en una evolución rápida hacia un estilo que recuerda en ocasiones a Sean Phillips, y eso son palabras mayores. ¡Y encima es vecino de Alcorcón! (no tenéis porqué saberlo pero yo viví toda la vida allí hasta que hace 19 años me vine para Málaga.) Por su parte, Manoli Martínez usa una paleta de colores apagados que le da a la obra el aspecto lúgubre que necesita. Por cierto, ya hizo un trabajo excepcional en Sangre Bárbara, el primer tomo de esta trilogía dedicada a los personajes de Howard, y lo hará seguramente en el tercero dedicado a Kull. Como decía al principio del párrafo, funcionan juntos con una simbiosis perfecta y el resultado lo demuestra.
Como viene siendo habitual en mis no tan recientes reseñas, me limito a reproducir la sinopsis que ofrece la editorial para que podáis llegar lo más vírgenes a la lectura:
Era un hombre extraño. Caballero y puritano, creyente y pagano. Llevado por un impulso irresistible de vagar por el mundo y enfrentarse al mal en todas sus formas. Pero ahora es un hombre cansado y viejo que carga con una cruz pesada. Por su fe y sus convicciones en la férrea palabra de la Biblia, que ahora, en el crepúsculo de su vida, pone en duda… Hasta que se ve arrastrado de nuevo a los fantasmas de su pasado, cuando la joven Constance se ve involucrada y es arrestada por bruja. Y ese hombre cansado sabe que la joven es inocente. Una historia melancólica y épica. Una historia del hombre llamado Solomon Kane.
Tercera y última deuda. ¿Qué decir de la edición de Karras Comics? Una pasada. La sobrecubierta brillante que cubre una edición en cartoné de 120 páginas a todo color es un regalo al precio que se cobra. Ni qué decir tiene que vino con los habituales extras y envuelto con tal cariño que daba cosa abrirlo. Todos esos ingredientes que he ido desgranando como a mí me calaron, han hecho que haya dos ediciones que han acabado agotadas, así que si no tenéis esta obra no sabéis lo que os estáis perdiendo.