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09 enero 2016

LOBEZNO: HONOR


Primera entrada de 2016 que al caer en día 9 no puede querer decir otra cosa que toca reseña. En este caso la elección, siempre algo complicado por la cantidad de material que me pasa por la cabeza, ha recaído en Lobezno: Honor, de Chris Claremont y Frank Miller. Estamos ante la primera aventura de Lobezno en solitario. Ha llovido ya bastante, pero allá por noviembre del 82 empezaba el camino hasta la cima de este personaje, que ha acabado por ser casi uno de los emblemas de la Marvel de los últimos treinta años. Y lo hacía de la mano de dos autores en diferentes momentos de su carrera. Claremont ya era un guionista consolidado entonces. Su nombre iba irremediablemente unido a todas las colecciones que tuvieran mutantes en su interior. Para hacernos a la idea, ya se había cascado algunas historias como La Saga de la Fenix Oscura, Días del futuro pasado o Dios Ama, el Hombre Mata. Por su parte, Miller estaba empezando a hacerse un nombre, pese a que ya llevaba unos cuantos números de Daredevil a sus espaldas, primero con guiones de Roger McKenzie o David Michelinie, y luego escribiendo sus propios argumentos. El propio Claremont cuenta en uno de los prólogos cómo se gestó esta miniserie de cuatro números que luego se ha ido reeditando en diferentes formatos.

La labor del guionista londinense no pilla de sorpresa a nadie que haya conocido y leído parte de su extensa obra. Tira de los habituales recursos que sus seguidores siempre han aplaudido, los mismos que sus detractores han usado para denostarle: texto para dar y regalar o el excesivo uso de la figura de un narrador (aunque en este caso opte por la primera persona en vez de la tercera). A eso hay que sumarle los mecánismos típicos heredados de tiempos anteriores, como esas entradillas a modo recordatorio de lo que ha sucedido en el número anterior. Eso, que puede pillar de sorpresa al que no haya abordado nunca una de sus creaciones, no desmerece en absoluto el argumento que construye y la inteligencia que demuestra al saber que su compañero de trabajo es un pura sangre al que no se puede domar. Es conocedor del potencial que tiene Miller y da la impresión que se limita a describir lo que aparece en cada página, dejando que éste decida la narrativa de las páginas.

El Frank Miller que encontramos en esta obra no es el mismo que el que pudieran encontrar los lectores que lo hayan seguido únicamente tras su Dark Knight Returns. Pero se vislumbra todo lo que posteriormente ha ido dejando el autor de Maryland, con diseños de página nada convencionales para aquella época. Encontramos un uso abundante de las viñetas verticales, como venía ya haciendo en la regular de Daredevil. Igualmente, no abarca toda la página llenándola de viñetas, sino que deja espacios en blanco aquí y allá con bastante sentido. Nada queda al azar. Las escenas de lucha son gloria bendita, abandonando la verticalidad por planos completamente horizontales, donde se nota la influencia del cine en su forma de contar las historias. Dentro del apartado gráfico, no hay que dejar de lado el trabajo de Joe Rubinstein en el entintado y de Glynis Oliver al color.

La edición que yo tengo, que es la misma que aparece en la imagen de arriba, es la que sacó Forum en el 99, recopilando la miniserie de cuatro números en un cuaderno con solapas en rústica. De la misma manera que la manera de narrar de Claremont era deudora de una época concreta, la edición tiene el estilo que por entonces se marcaba. La rotulación seguro que chirría a algunos. A otros quizá no tanto. Alguna errata por aquí y por allá, pero nada grave que desmerezca el tenerlo en la librería como una pieza de la que tirar cada cierto tiempo. Para los más exquisitos, creo que Panini la volvió a reeditar en cartoné hace ocho años. De la que yo poseo, me gustaría concluir esta reseña con el epílogo con que Miller adorna la contraportada. Unos párrafos que podrían estar en cualquier publicación que salga hoy día y que han perdido poca vigencia desde 1987.

09 septiembre 2015

ALPHA FLIGHT DE JOHN BYRNE


Cuando uno se pone a tirar de los recuerdos de la infancia, en el caso concreto de los que llevamos leyendo y coleccionando tebeos desde bien pequeños, muchos de esos fogonazos corresponden con las portadas de aquellas obras que nos llamaron la atención como las sirenas a los marinos. Una de las que dejó honda huella en mi cerebro fue esta que os pongo aquí arriba: la correspondiente al Alpha Flight nº 13 de la edición de Cómics Forum. Si mi memoria no me juega una mala pasada, creo que lo encontré en el quiosco de encima de casa de mis padres (había uno por debajo además). Puede que fuera un regalo porque venía del dentista o del médico, no puedo afinar tanto. El caso es que este ejemplar fue la puerta que crucé para descubrir por ejemplo el personaje de Lobezno. En manos de John Byrne era un icono de todo lo que podía gustar a un chaval de 9 años: un tipo duro que pasaba de seguir las normas y era mal enemigo cuando lo ponían entre la espada y la pared. De hecho, fue el acicate para empezar tres años después la primera colección que hice en mi vida, la del Lobezno de Claremont y Buscema.

Este número en concreto era una especie de crossover con La Patrulla-X (cuando aún no habían importado lo de X-Men), donde se recordaba como James MacDonald Hudson, por entonces vestido como Vindicador, recibe la orden por parte del gobierno canadiense de recuperar a Logan, ya por entonces reclutado por Charles Xavier. Eso hace que se produzca el inevitable enfrentamiento, primero entre ambos amigos en solitario, y luego recibiendo el apoyo por parte de Tormenta, Coloso, Banshee y Angel. Este número en concreto además, Byrne lo escribió con la ayuda de Chris Claremont, cuando antes y después se hizo un "Juan Palomo" con la regular de Alpha Flight. Las ediciones de Forum traían un numero y medio de la edición original, con lo que una vez terminada la historia por la "custodia" de Lobezno, me encontraba con Namor, Puck y Marrina intentando escapar de las manos del Amo del Mundo, uno de los villanos más recurrentes de los héroes canadienses.

Para situar en el tiempo la época en la que John Byrne pergeñó estos números, hay que decir que estaba encargándose también de la colección de Los 4 Fantásticos. Y cuando digo encargándose me refiero a que guionizaba y dibujaba. Es decir, estuvo haciendo doblete (aparte de lo que hiciera al margen) con ambas colecciones durante tres años más o menos. Se dice pronto, pero eso no está al alcance de muchos. Pese a ello, parece que él no lo llegó a pasar del todo bien realizando Alpha Flight, y pudo ser ese uno de los motivos que hizo que acabara cambiando de aires para escribir y dibujar seis números de The Incredible Hulk. En las tintas, cuando Byrne no se entintó asimismo, se supo rodear de gente tan potente como el gran Terry Austin (con quién siempre formó un tándem invencible), Bob Wiacek o Keith Williams.

Volviendo a la edición que publicó Forum en nuestro país, hay que decir que la etapa de Byrne al frente de la misma duró hasta el número 27 (correspondiente al #28 USA), ya con la colección incluyendo medios números de The Incredible Hulk. Esa etapa no hace mucho que se ha recopilado por parte de Panini Comics, en un tomazo de 880 páginas dentro de su colección Marvel Héroes. Aparte de los números de la serie regular, evidentemente llevaba sus apariciones en la regular de los X-Men y algunos episodios sueltos donde Byrne representó a los Alpha Flight. Pero antes que este recopilatorio único, la propia Forum lanzó cuatro tomos allá por los años 2000/01, donde se incluía toda la etapa Byrne al frente de la colección: En el principio 1 y 2 más Los sueños nunca mueren 1 y 2. Por último, para los amantes de las curiosidades, decir que el dibujante que sustituyó a Byrne durante los tres siguientes números tras su marcha, fue ni más ni menos que Mike Mignola.