Lo prometido es deuda. Después de la reseña de Palos de Ciego publicada el pasado viernes, tocaba entrevista a El Irra. Han pasado más de ocho meses desde el anterior Hablando con... Espero no tardar tanto después de esta estupenda charla con uno de los autores más interesantes que me he encontrado en los últimos años.
Roberto Corroto: Muchas gracias por sacar tiempo para hablar conmigo de Palos de Ciego y de lo que se tercie. Vamos a comenzar con una clásica. ¿Cómo ha sido el viaje desde que se te ocurriera la idea primigenia hasta que has tenido el tomo editado por Astiberri en tus manos?
El Irra: El origen de este tebeo se remonta a una historia larga que escribí allá por el 2001, un relato callejero que se llamaba Una historia, como la famosa canción de Triana.
Por aquel entonces, yo era un cachorro recién salido de la Escuela de Arte de Sevilla. Sin perspectiva. Todavía no sabía por donde llegaban los palos. Yo solo tenía una idea clara, que era la de dedicarme a contar historias. El medio era lo de menos. Yo solo sabía que quería ganarme la vida contando historias, pero no sabía como. En aquella época, dibujaba muchas historietas cortas y me presentaba a concursos. En la mayoría me comía un mojón. Pero algunas tuve suerte y durante dos años consecutivos, gané el concurso del IAJ. Por aquella época recuerdo que todos los trabajos de mierda que me pillaba, no me daban ni para ir de aquí a la esquina.
Totalmente frustrado por mi situación, me encerré en mi cuarto y en unas semanas me escribí de una sentada el primer borrador de Una historia. Para escribirlo me inspiré en mis propias vivencias y sobre todo, en todo lo visto y oído de mi entorno más cercano. Estaba tan encerrado en mí, que al poco tiempo me dejo hasta mi novia de entonces. Pero al acabarlo me di cuenta de que no tengo aún la capacidad de poder ejecutar una obra tan ambiciosa, que aún me faltaban las herramientas para poder levantarlo y mucho camino vital por recorrer, así que decido guardarlo en un cajón y olvidarme.
Catorce años más tarde, tras sacar dos fanzines, A y F$P, rescaté el guion con idea de hacer mi primer cómic largo. Le cambié el título por Palos de ciego, hice 15 páginas de arte final y mandé el dossier a Astiberri. Lo que empezó siendo una puesta al día ultrarromántica y violenta de Don Álvaro o la fuerza del sino, finalmente se acabó transformando en una especie de Malas Calles ibérico.
El proceso de trabajo fue intenso. De lunes a domingo, con horario de oficinista, de ocho a ocho y a veces, incluso más. El cómic se compone de unas ciento treinta páginas. Comencé en enero y lo terminé a finales de septiembre. Fue un auténtico tour de force conmigo mismo. Menos mal que mi hermano Dabi se ocupó de la separación de color, que si no, no hubiera llegado a la fecha ni de coña.
R.C: Hay dos cosas que me llaman mucho la atención de lo que cuentas. La primera que tuvieras tan claro desde el principio que te querías ganar la vida contando historias. Y la segunda que te inspirases en tu entorno para el primer borrador, en una época que salíamos de los noventa, donde todo quisqui parecía querer hacer su propia historia de superhéroes.
E.I: Dibujo tebeos desde que tengo uso de razón. Siempre ha sido mi forma de expresión. Contar una historia me permite entender un poco mejor todo lo que me rodea. A los veinte años, la edad que tenía cuando escribí el primer borrador, escribir este relato me sirvió de vía de escape para aislarme de una situación bastante precaria. De no ser por esto, hubiera acabado matando a alguien o por ahí tirado fumando basucos... En cuanto a los superhéroes... la verdad es que el género tiene una gran influencia en todo lo que hago. Lo he mamado desde niño. Pero lo tengo presente de una manera muy poco ortodoxa, casi invisible. Por ejemplo, para retratar La Esquina del Gato siempre tenía en la cabeza el ambiente febril de La Cocina del Infierno de Daredevil, y me gusta pensar que Palos de Ciego es en realidad una versión "jevi" y mundana de Spider-Man. Jesús posee esa cualidad extraña y atormentada de Peter Parker. Y el hecho de ambientar la historia en una población real y cercana, en lugar de en una ciudad global y lejana, es tan solo por una cuestión puramente emocional. Necesito saber y conocer de primera mano de qué estoy hablando para poder golpear con más fuerza al lector.
Para leer el resto de la entrevista solo hay que hacer clic en Más información aquí abajo.
R.C: Hay dos cosas que me llaman mucho la atención de lo que cuentas. La primera que tuvieras tan claro desde el principio que te querías ganar la vida contando historias. Y la segunda que te inspirases en tu entorno para el primer borrador, en una época que salíamos de los noventa, donde todo quisqui parecía querer hacer su propia historia de superhéroes.
E.I: Dibujo tebeos desde que tengo uso de razón. Siempre ha sido mi forma de expresión. Contar una historia me permite entender un poco mejor todo lo que me rodea. A los veinte años, la edad que tenía cuando escribí el primer borrador, escribir este relato me sirvió de vía de escape para aislarme de una situación bastante precaria. De no ser por esto, hubiera acabado matando a alguien o por ahí tirado fumando basucos... En cuanto a los superhéroes... la verdad es que el género tiene una gran influencia en todo lo que hago. Lo he mamado desde niño. Pero lo tengo presente de una manera muy poco ortodoxa, casi invisible. Por ejemplo, para retratar La Esquina del Gato siempre tenía en la cabeza el ambiente febril de La Cocina del Infierno de Daredevil, y me gusta pensar que Palos de Ciego es en realidad una versión "jevi" y mundana de Spider-Man. Jesús posee esa cualidad extraña y atormentada de Peter Parker. Y el hecho de ambientar la historia en una población real y cercana, en lugar de en una ciudad global y lejana, es tan solo por una cuestión puramente emocional. Necesito saber y conocer de primera mano de qué estoy hablando para poder golpear con más fuerza al lector.
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