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09 julio 2015

ATARI FORCE


La reseña de este mes versa acerca de uno de los cómics que marcó mi infancia como coleccionista y posterior guionista. Se trata de Atari Force, la maxiserie (término que puede que ya ni se utilice) de 13 números que editó Zinco entre los años 84 y 85. Hay que aclarar que ni era la primera cabecera con el título de Atari Force, ni el número #13 sería el último, así que antes de meternos con el trabajo de sus autores conviene dejar eso zanjado aunque sea por mera curiosidad. En los tiempos en que la compañia Atari partía el bacalao en el mundo del videojuego, realizó una alianza con la DC para que la editorial sacará algunos cómics para acompañar a los juegos que vendían. De ahí salió la primera serie de Atari Force, que duraría cinco números, con Gerry Conway y Roy Thomas en el guión y dibujantes como Gil Kane y Ross Andru, entintados por Dick Giordano y Mike Decarlo. Para el que no lo sepa, equipos de alto nivel en su día y ahora. Tras el número #13 que ponía fin a la trama central de la segunda serie de Atari Force, DC continuó sacando más números (que aquí no vieron la luz) hasta completar la veintena, con diferentes equipos que incluían nombres como los de Mike Baron al guión, con Eduardo Barreto (que como veremos ahora estuvo ayudando a García-López con algún número anterior), Ed Hannigan o Keith Giffen en los lápices.

En cuanto al trabajo de sus autores, tengo que decir que no es la primera vez que os hablo del tándem que formaron Gerry Conway y José Luis García-López. Es más, la reseña del mes de febrero estuvo dedicada a otra de sus obras, Cinder & Ashe (podéis leerla aquí si aún no lo habéis hecho). Incluso en una entrada que dediqué a la obra de García-López (aquí podéis leerla) ya hablé de Atari Force y de mis intenciones de extenderme más sobre ella en algún momento. La labor de Conway como cocreador de los personajes y guionista de los 13 números que vieron la luz bajo el sello de Zinco fue muy buena. Tomando como base lo sucedido en la primera serie, la acción nos llevaba 25 años más tarde de los hechos acaecidos para el primer grupo de aventureros espaciales. En un futuro situado en el año 2030 y con una visión muy del tiempo en que fue concebido, se pueden apreciar influencias del cine (Star Wars) y la televisión (Battlestar Galactica, Star Trek) en la ambientación y el diseño de personajes. La trama está bien tejida, y si bien algunos diálogos pueden parecer algo ingenuos a los ojos de un lector del 2015, no desmerecen para nada dentro del conjunto de la historia montada por Conway. Apoyados con inteligencia en darle mucho protagonismo a ese caramelo que era Dart, en las antípodas del usual estereotipo de damisela en apuros, los primeros números nos muestran como se acaba reuniendo el segundo equipo de Atari Force, del que únicamente repiten Martin Champion y Hukka con respecto del original. A lo largo del proceso de reunión, el gran villano de la colección, Dark Destroyer (también opositor en el primer volumen), permanece en la sombra hasta el Atari Force #6. A partir de ahí, un tour de force donde los héroes intentan derrotar a su némesis con inesperados giros y traiciones, que desembocan en un último número donde se nota que el final no era en realidad el definitivo.

El dibujo de José Luis García-López está en la línea de calidad que se marcaba este auténtico maestro de la ilustración y la narrativa. Composiciones de página que más de uno debería estudiar hoy día antes de autodenominarse dibujante, ilustraciones a toda página cargadas de más detalle que un álbum de ¿Donde está Wally?, personajes moviéndose, besándose, luchando y saltando con poses espectaculares y naturales al mismo tiempo... Un auténtico lujazo donde hay que acordarse también del trabajo del argentino Ricardo Villagrán en las tintas. Seguramente de las que mejor se han sabido adaptar al lápiz de García-López. El Atari Force #13 finalmente lo dibujaría el uruguayo Eduardo Barreto, imagino que por temas de plazos de entrega, cumpliendo perfectamente con un estilo muy similar al de García-López. También hay que apuntar que Atari Force #4 y #5 contaban con la presencia de Ross Andru, que lejos de restarle valor al conjunto de la colección en sí, aportaba un saber hacer brutal en las páginas en que participó.

La edición de Zinco era lo que había entonces. Grapa de 38 páginas (sí, 38) con un número de la colección de cabecera más un complemento, que en este caso empezaba siendo de Masters del Universo (con Kupperberg, Tusca y Alcalá), continuaba con Power Lords (de Fleisher, Texeira y Marcos), y terminaba con un número de Starfire (de Maggin, Vosburg y Colletta). En mi caso, tengo sueltos los cinco primeros números y los tres últimos, más un recopilatorio en cartoncillo con los números #6 al #10. Para concluir, decir que hace pocos días ha saltado la noticia acerca de que Dynamite Entertainment está decidida a reeditar los cómics originales que son propiedad intelectual de la compañía Atari. De acabar saliendo a la venta en los USA, lo mismo hay alguna editorial española que se anime para gozo de los nuevos lectores que no hayan tenido aún el gusto de leer esta obra quintaesencial.

09 febrero 2015

CINDER & ASHE


Tal como prometí a primeros de año, voy a intentar mantener una cadencia mensual de reseñas. Como en enero fue el día 9 el elegido para comenzar con esta cadena (Caballero Luna: De entre los muertos fue el primer eslabón), procuraré seguir publicando todos los nueve de cada mes para hacerlo una costumbre, tanto por mi parte a la hora de escribir, como por la de aquellos que quieran invertir unos minutos en pasarse por aquí. 

Dicho esto, me alegra bastante el hablaros de Cinder & Ashe (o Cinder and Ashe), justo después de haber compartido que el día 15 de abril daré una charla sobre uno de sus autores, José Luis García-López. Cinder & Ashe es una de esas obras que parece adelantada a su época. La temática dirigida a un público adulto no era tan extraña dentro de las publicaciones que DC Comics publicaba a finales de los ochenta, si tenemos en cuenta que joyas como Watchmen o V de Vendetta son más o menos coetáneas. Pero lo que sí la hace un tanto distinta a otras alejadas del género de superhéroes es la mezcla de elementos que su guionista, Gerry Conway, mete en la historia. A saber: tenemos por un lado una trama principal propia de un serial policiaco, donde una pareja atípica (diferentes sexos, diferentes edades, diferentes formas de ver la vida) de detectives privados es contratada para encontrar a la hija de su afligido cliente.

Por otro lado, tenemos dos tramas secundarias que van entrando y saliendo de la principal con bastante acierto. La primera nos añade el género bélico a la mezcla, contando la manera en que se conocen los protagonistas: Jacob Ash, un joven soldado de los muchos que peleó en Vietnam, y Cinder DuBois, una pequeña fruto del romance entre un soldado afroamericano y una civil vietnamita. Mientras el primero va viendo los horrores del campo de batalla, la segunda vive en sus carnes el infierno de quedar huérfana en una ciudad como Saigón. En este sentido hay que romper una lanza por el guión de Conway, que tiene unos huevos como el caballo de Espartero, pese a que luego se le pueda achacar algunas lagunas en contados diálogos que no acompañan bien al apartado gráfico. Hay una escena que hoy día seguro que levantaría ampollas. De hecho, no hace tanto que por algo bastante más inocente, a Rick Remender le llovieron las críticas por parte de las/os fundamentalistas de turno en las redes sociales.

La segunda trama secundaria es la relación entre Cinder y Ash, que se muestra al principio como una nexo de colegas, para ir cambiando poco a poco a un toma y daca algo más paternofilial, entrando en algunos fases dentro de cierta confusión sentimental que ellos mismos acaban resolviendo en la parte final. Cuando las páginas nos muestran a los personajes olvidándose del caso que tienen entre manos, o de la venganza personal que Cinder quiere llevar a cabo contra Lacey, el antagonista de turno, podemos ver los mejores momentos de esta obra para mi gusto.

¿Qué decir del dibujo de José Luis García-López? No me llegan los calificativos para describir lo que consigue aquí. Cinder & Ashe es un trabajo posterior tras deslumbrar al personal con Atari Force (de la cuál hablaré otro día), y por entonces ya era un reconocido artista para la DC, pero estaba en esa etapa en la que dejaba su arte con cuentagotas en series como Legión de Super-Héroes, algún anual de Wonder Woman o de Green Lantern, etc. Los cuatro números de Cinder & Ashe son pues, un auténtico regalo para la vista de aquellos que llevamos disfrutando con su trabajo desde muy pequeños, en mi caso. La edición que yo tengo es la de tapa dura que sacó Planeta DeAgostini (ahora Planeta) en 2008, con un interesante prólogo del representante de dibujantes David Macho, y la curiosidad de ir en glorioso B/N a pesar de que la edición original iba coloreada por Joe Orlando (de hecho sigue rezando en los créditos de la primera página).