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09 agosto 2015

CAMELOT 3000


Día 9 de agosto y toca reseña. Esta vez he vuelto a tirarme por uno de esos clásicos que Zinco publicó a mediados de la década de los ochenta, como Atari Force. Y de la misma forma que ésta, se presentó como una maxiserie, aunque fuese de doce números en vez de trece y aquí el final fuese el verdadero final. Estoy hablando de Camelot 3000, de Mike W. Barr y Brian Bolland. A diferencia de Atari Force, que la tengo en una mezcla de números sueltos y retapados de cartón, mi edición de Camelot 3000 (la que ilustra la entrada en la parte posterior) es la recopilación que Zinco hizo en el año 93 de toda la colección en formato rústica. Si alguno no sabía de su existencia o le acabo de refrescar la memoria, lo va a tener sencillo siempre que quiera desembolsar los 30 euros que cuesta la nueva edición que pone a la venta ECC este mismo mes de agosto.

¿De qué va Camelot 3000? Pues es una revisión bastante acertada del mito artúrico, que como digo muchas veces, hay que analizar con los ojos de un lector de su época, aunque sus principales aciertos resisten sin lugar a duda una relectura con los ojos de un aficionado en 2015. Básicamente se trata del regreso de Arturo en el año 3000, justo cuando su presencia es más necesaria en Inglaterra, de acuerdo a la profecía. Despertado accidentalmente en Glastonbury Tor por un estudiante de arqueología llamado Tom Prentice, ambos van a Stonehenge en busca de Merlín, que ayuda a Arturo a recuperar la famosa espada Excalibur. Después de eso, las almas de los Caballeros de la Mesa Redonda quedan liberadas y se instalan en los cuerpos de personas de diferentes razas y sexos que acuden a la llamada de su señor. Juntos tendrán que hacer frente a unos invasores alienígenas liderados por la malvada Morgana, medio hermana de Arturo, y a la reencarnación de Mordred en el cuerpo de un intrigante oficial de Naciones Unidas, que maquina su venganza gracias a la ambición de los políticos de los países más poderosos.

El trabajo de sus autores es notable, aunque siendo riguroso me decanto más en este caso por el guión que por el dibujo. Mike W. Barr aún no se había hecho con un nombre en la industria antes de acometer el que sería uno de sus más célebres trabajos. Suyas son algunas historias posteriores de Batman que siempre están entre las favoritas de muchos, como Son of the Demon (con Jerry Bingham) o Batman: Year Two (con Alan Davis, Paul Neary, Alfredo Alcalá y un primerizo Todd McFarlane). Pero a mí personalmente me conquistó con sus números junto a Trevor Von Eden, como os dije en su día dentro del post dedicado a mis historias favoritas del personaje. Al mismo tiempo que hacía los guiones para Camelot 3000, también fue uno de los creadores de la mítica cabecera Batman and the Outsiders, con el enorme Jim Aparo al dibujo. En la obra que nos ocupa hoy, siempre se ha resaltado lo valiente de su propuesta con temas como la identidad de género (con el personaje de Tristan reencarnado en mujer) y la homosexualidad (con la relación de Tristan e Isolda). Pero hay que destacar que si alguien hizo posible que Camelot 3000 viera la luz, ese fue Barr. Desde el año 75 estuvo tratando de desarrollar la idea, que tuvo un camino de ida y vuelta en la DC, primero rechazada como posible proyecto, y un año más tarde (cuando casi es publicada por Marvel) editada como maxiserie.

En el apartado gráfico, Brian Bolland está un pequeño escalón por debajo de su compañero de equipo, a mi modo de ver. Seguramente este sea su trabajo más popular quitando por descontado el arte en La Broma Asesina, de Alan Moore. De hecho, es el único trabajo seriado de Bolland, que ha basado más su carrera en la ilustración que en el dibujo de interiores. Viendo sus páginas se nota que ha optado por el terreno donde mejor se mueve, porque si nos ponemos a comparar el diseño de páginas con las del maestro José Luis García López (es mucho comparar eso sí) en el tebeo elegido el pasado mes de julio, hay una diferencia grande en cuanto a resultados. Aún así, la caracterización de todos los personajes y las partes en que puede explayarse con splash pages o viñetas grandes, resultan cuanto menos disfrutables. Eso sí, su editor de por entonces (creo que era Len Wein), no creo que disfrutase mucho que se tomara tanto tiempo para terminar la serie, porque al parecer la meticulosidad de Bolland llegando al tramo final hizo que Camelot 3000 pasara a ser trimestral del número 8 al 11, y que para terminar de saber lo que sucedía con Arturo y sus aventuras hubiese que esperar nueve meses. En las tintas estuvo asistido por Bruce Patterson y el gran Terry Austin, aunque creo que parte de la obsesión de Bolland por hacer un lápiz lo más acabado posible, estaba precisamente en evitar por todos los medios que las tintas reinterpretasen su visión de los guiones de Barr.

09 julio 2015

ATARI FORCE


La reseña de este mes versa acerca de uno de los cómics que marcó mi infancia como coleccionista y posterior guionista. Se trata de Atari Force, la maxiserie (término que puede que ya ni se utilice) de 13 números que editó Zinco entre los años 84 y 85. Hay que aclarar que ni era la primera cabecera con el título de Atari Force, ni el número #13 sería el último, así que antes de meternos con el trabajo de sus autores conviene dejar eso zanjado aunque sea por mera curiosidad. En los tiempos en que la compañia Atari partía el bacalao en el mundo del videojuego, realizó una alianza con la DC para que la editorial sacará algunos cómics para acompañar a los juegos que vendían. De ahí salió la primera serie de Atari Force, que duraría cinco números, con Gerry Conway y Roy Thomas en el guión y dibujantes como Gil Kane y Ross Andru, entintados por Dick Giordano y Mike Decarlo. Para el que no lo sepa, equipos de alto nivel en su día y ahora. Tras el número #13 que ponía fin a la trama central de la segunda serie de Atari Force, DC continuó sacando más números (que aquí no vieron la luz) hasta completar la veintena, con diferentes equipos que incluían nombres como los de Mike Baron al guión, con Eduardo Barreto (que como veremos ahora estuvo ayudando a García-López con algún número anterior), Ed Hannigan o Keith Giffen en los lápices.

En cuanto al trabajo de sus autores, tengo que decir que no es la primera vez que os hablo del tándem que formaron Gerry Conway y José Luis García-López. Es más, la reseña del mes de febrero estuvo dedicada a otra de sus obras, Cinder & Ashe (podéis leerla aquí si aún no lo habéis hecho). Incluso en una entrada que dediqué a la obra de García-López (aquí podéis leerla) ya hablé de Atari Force y de mis intenciones de extenderme más sobre ella en algún momento. La labor de Conway como cocreador de los personajes y guionista de los 13 números que vieron la luz bajo el sello de Zinco fue muy buena. Tomando como base lo sucedido en la primera serie, la acción nos llevaba 25 años más tarde de los hechos acaecidos para el primer grupo de aventureros espaciales. En un futuro situado en el año 2030 y con una visión muy del tiempo en que fue concebido, se pueden apreciar influencias del cine (Star Wars) y la televisión (Battlestar Galactica, Star Trek) en la ambientación y el diseño de personajes. La trama está bien tejida, y si bien algunos diálogos pueden parecer algo ingenuos a los ojos de un lector del 2015, no desmerecen para nada dentro del conjunto de la historia montada por Conway. Apoyados con inteligencia en darle mucho protagonismo a ese caramelo que era Dart, en las antípodas del usual estereotipo de damisela en apuros, los primeros números nos muestran como se acaba reuniendo el segundo equipo de Atari Force, del que únicamente repiten Martin Champion y Hukka con respecto del original. A lo largo del proceso de reunión, el gran villano de la colección, Dark Destroyer (también opositor en el primer volumen), permanece en la sombra hasta el Atari Force #6. A partir de ahí, un tour de force donde los héroes intentan derrotar a su némesis con inesperados giros y traiciones, que desembocan en un último número donde se nota que el final no era en realidad el definitivo.

El dibujo de José Luis García-López está en la línea de calidad que se marcaba este auténtico maestro de la ilustración y la narrativa. Composiciones de página que más de uno debería estudiar hoy día antes de autodenominarse dibujante, ilustraciones a toda página cargadas de más detalle que un álbum de ¿Donde está Wally?, personajes moviéndose, besándose, luchando y saltando con poses espectaculares y naturales al mismo tiempo... Un auténtico lujazo donde hay que acordarse también del trabajo del argentino Ricardo Villagrán en las tintas. Seguramente de las que mejor se han sabido adaptar al lápiz de García-López. El Atari Force #13 finalmente lo dibujaría el uruguayo Eduardo Barreto, imagino que por temas de plazos de entrega, cumpliendo perfectamente con un estilo muy similar al de García-López. También hay que apuntar que Atari Force #4 y #5 contaban con la presencia de Ross Andru, que lejos de restarle valor al conjunto de la colección en sí, aportaba un saber hacer brutal en las páginas en que participó.

La edición de Zinco era lo que había entonces. Grapa de 38 páginas (sí, 38) con un número de la colección de cabecera más un complemento, que en este caso empezaba siendo de Masters del Universo (con Kupperberg, Tusca y Alcalá), continuaba con Power Lords (de Fleisher, Texeira y Marcos), y terminaba con un número de Starfire (de Maggin, Vosburg y Colletta). En mi caso, tengo sueltos los cinco primeros números y los tres últimos, más un recopilatorio en cartoncillo con los números #6 al #10. Para concluir, decir que hace pocos días ha saltado la noticia acerca de que Dynamite Entertainment está decidida a reeditar los cómics originales que son propiedad intelectual de la compañía Atari. De acabar saliendo a la venta en los USA, lo mismo hay alguna editorial española que se anime para gozo de los nuevos lectores que no hayan tenido aún el gusto de leer esta obra quintaesencial.

07 noviembre 2014

MIS FAVORITOS DE BATMAN

Unos días después de haber participado de la charla organizada en Comic Stores en torno al 75 aniversario de Batman, mi amigo Ricardo me sugirió que dedicara una entrada a detallar los tebeos que había mencionado en dicha charla. Me pareció una idea cojonuda y aquí está el resultado.

Año 84. Entre Mortadelos y Superlópez llega a mi manos el primer tebeo de superhéroes que voy a leer en mi, por aquel entonces, tierna infancia (tendría unos siete años). Se trataba de un retapado con la primera colección regular de Batman en España de la mano de Zinco (como el resto de los ejemplares que voy a relacionar). Los cinco primeros números de dicha serie regular (sus correspondencias USA serían Batman #346 a #350 y Detective Comics #513 a #517) llevaban historias autoconclusivas a excepción del quinto que te dejaba con el nudo en la garganta. A destacar el arte de Don Newton, Gene Colan y Trevor Von Eeden.


Nada más pasar la portada te encuentras con una splash page del mencionado Don Newton, donde hace una interpretación de Harvey Dos Caras bestial, que me recuerda con el paso de los años al James Cagney de Al rojo vivo.


Si el comienzo no puede ser más impactante, la parte final a cargo de Gene Colan es algo que a un chaval de tan corta edad no se le olvida jamás. Colan es de los autores que mejor supo trasladar el mito del vampiro a las páginas de un cómic, no en vano venía de hacer La Tumba de Drácula con Marv Wolfman durante siete años.


He querido dejar en último lugar la parte central dibujada por Trevor Von Eeden por dos motivos: primero porque es un dibujante que no tuvo mucho reconocimiento pese a qué, como se puede ver, destila calidad por los cuatro costados.


Y segundo porque uno de los tebeos de Batman de los que más me acuerdo, a pesar de que no lo llegara a mencionar en la charla de Comic Stores, es el correspondiente al Batman Annual #8 que aquí salió publicado en tres partes dentro de los números #7, #8 y #9 de la misma serie regular que daba comienzo con este retapado. Ese ejemplar, que me descubrió por primera vez a Ra’s al Ghul, estaba guionizado por Mike W. Barr (mítico creador de Camelot 3000 entre otras joyas) y dibujado por Von Eeden, que se marca al final de la historia una pelea increíble entre los dos antagonistas.


Por orden cronológico debería haber comenzado este post con el excelso crossover Batman Vs. La Masa, pero aquí nos llegó ocho años más tarde de lo que lo hizo en los USA (allí se publicó en el 81 con el título de Batman Vs. The Incredible Hulk). Curiosamente se lanzó el mismo año que se estrenaba el Batman de Tim Burton. Supongo que algo tendría que ver aquello para que de repente se les ocurriera lanzar la edición española.


Aquí la chicha de verdad estaba en el dibujo de José Luis García López, porque el guión del bueno de Len Wein era el estándar de este tipo de aventuras: primero los héroes pelean entre ellos y el villano escapa, para dar paso a los héroes acaban colaborando y lo atrapan. Dos cosas a destacar en el apartado gráfico. Lo primero la contraportada de aquella curiosa y gigante edición con cartoncillo de "mírame y no me toques", que llevaba directamente impresos los orígenes de Batman y La Masa (nótese que aún no se usaba lo de Hulk). En media página te contaban el origen de ambos con una economía narrativa apabullante. Y en segundo término, como decía el arte de García López (otro día dedicaré un post a su trabajo en Atari Force y no será porque sí) es eso, ARTE. Me acuerdo sobre todo de la página en la que hace un homenaje a Picasso y Dalí cuando el Joker está perdiendo la cabeza más que de costumbre.


En España nos llegó también en ese maravilloso julio del 89 la saga de Las diez noches de la Bestia. Constaba en total de cuatro números (Batman #417 a #420 USA) con guión de Jim Starlin y dibujos de otro nombre a tener en cuenta, Jim Aparo. Este tebeo lo recuerdo asociado a una semana de veraneo en Calpe, donde me pude leer sus 24 páginas hasta en siete u ocho ocasiones. El guión de Starlin tenía más tintes de intriga y espionaje que otra cosa, algo que me llamaba poderosamente la atención. El dibujo de Aparo era de una calidad indiscutible, recordando en algunos aspectos a Neal Adams, con todo lo que eso implica.


En el verano del año siguiente aparecía bajo la cabecera de Detective Comics una saga de tres números (Detective Comics #587 a #589) llamada Gente de Noche, con Alan Grant y John Wagner en los guiones y Norm Breyfogle en el apartado gráfico. El guión de Grant y Wagner era canela fina y muy original. El hilo conductor de la historia son las canciones de un DJ radiofónico. Las letras van coincidiendo con las escenas que dibuja un Breyfogle que aquí hace gala de su peculiar estilo. Como curiosidad, y aunque ya lo comenté por aquí, hace un par de años el propio Breyfogle me firmó el ejemplar en el Málaga Comic Festival.


Por último, ya en los años 95 y 96 salieron los dos únicos números con la cabecera de Leyendas del Murciélago (Batman: Legends of The Dark Knight #54, #64, #69 y #70), conmigo entrando ya en la mayoría de edad. Terminus incluía dos historias de terror distintas: una de Mike Mignola que ponía a Batman haciendo frente a un enemigo surgido de un relato de H.P. Lovecraft; y otra cercana a El Resplandor con guión de Jamie Delano y dibujo de un Chris Bachalo con un estilo anterior al que todo el mundo conoce ahora, más cercano a gente como Sienkiewicz o Kieth. Cierro este repaso con el segundo y último número de Leyendas del Murciélago: Criminals. Un relato en dos partes con guión de Steven Grant y dibujos de Mike Zeck, que venían de hacer maravillas con la regular de El Castigador, y que aquí sientan cátedra a mi entender por la manera de trasladar una historia dura y sin concesiones, de ambientación carcelaria, donde Bruce Wayne ha de volver a recurrir a su habilidad para crear otras identidades falsas, cosa que sí se representaba en los tebeos de por aquel entonces, pero que creo que se ha perdido.

21 octubre 2014

CHARLA BATMAN 75 ANIVERSARIO


El pasado sábado tuve la fortuna de formar parte del trío de ponentes en una charla que el Club Batman había organizado en Comic Stores. Junto con Pepo Pérez (a mi derecha en la foto) y Javier Mena (a mi izquierda) me preparé una pequeña charla sobre el homenajeado de la tarde: Batman, que este año cumple 75 años de existencia. A sabiendas que mis compañeros tendrían mucho más que aportar, decidí que lo mejor era compartir los tebeos de Batman que me habían marcado desde pequeño hasta la mayoría de edad. Y así lo hice, llevando conmigo un retapado con los cinco primeros números de la serie regular de Batman que es justo el que tengo en las manos aquí abajo —, el primer capítulo de Las diez noches de la Bestia, el primer número del arco Gente de noche y los dos únicos números que se publicaron con la cabecera Leyendas del Murciélago (Terminus y Criminals). Todos con el sello de Zinco, por supuesto. También hice mención al crossover Batman vs. La Masa que aún guardo en casa de mis padres en Madrid, con los gloriosos dibujos de José Luis García López.


Lo mejor vino a partir de ahí, ya que pude disfrutar de los conocimientos tanto de Javier como de Pepo, hasta el punto que me tuve que desembobar un par de veces y recordar que esta vez no estaba de público. La charla creo que se extendió más de la hora que en principio estaba programada porque los asistentes estuvieron de cine, participando al final y haciendo un montón de preguntas que hicieron el coloquio mucho más ameno. Un diez para ellos, porque además abarrotaron la parte interior de la tienda como se puede ver en esta instantánea.


Hay que poner otro sobresaliente a Luis L. Velasco y la gente del Club Batman por organizar la charla, la posterior sesión de firmas y la exposición de originales de Batman que lucen en las paredes de Comic Stores, y a su cabeza visible, Miguel Angel, por acoger siempre este tipo de actividades en su tienda y tratarnos de lujo. Por cierto, tenía un encargo del compañero David Buceta y a falta de una mano amiga que tomara la foto mientras hacía una reverencia a su ilustración (esquina inferior izquierda), tuve que tirar una directamente a la pared donde acompañaba a dibujos del ya mentado José Luis García López, Bob McLeod o Norm Breyfogle entre otros. Casi nada.

 
Ya que estaba allí, aproveche un momento para comprar mi ejemplar de Isabellae 2: Un mar de muertos, que ya tenía ganas de coger por banda. A falta de meterle mano a fondo, lo que he podido ojear me parece una pasada, tan bueno o más que el primero. Y de postre, me pude encontrar con Jacobo Márquez, uno de esos amigos de Facebook al que llevas tiempo siguiendo y que vino con un regalo cojonudo debajo del brazo. Vamos a empezar a colaborar juntos en alguna historia corta que espero nos lleve a proyectos de más envergadura, si el tiempo y la fortuna nos lo permite.