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25 julio 2017

LA CESTA DEL MES #30


♫Cuando calienta el sol, aquí en la playa♫... llegamos a julio, y lejos de tomarse un más que merecido descanso, La cesta del mes sigue fiel a su cita periódica, como el recibo de la luz pero sin la obligada contraprestación. Aquí todo queda al libre albedrío del consumidor, y de su confianza en las recomendaciones que os hago desde hace tiempo. Arrancamos motores:

Torpedo 1972, de Enrique Sánchez Abulí y Eduardo Risso. Cartoné. 64 páginas. B/N. 15 €. Este mes estamos de regresos como veréis más abajo. Tras los sucesos que culminaron con la no continuidad de las historias de Torpedo en el año 2000, Sánchez Abulí retoma las tareas de guionista con un nuevo compañero, Eduardo Risso. Posiblemente uno de los poco capacitados para una tarea tan titánica como la de relevar a Jordi Bernet. Como su nombre indica, ya no estamos en 1936, sino en 1972, y el tiempo pasa hasta para Luca Torelli y los que le rodean.

Sex Criminals 1. Un truco sucio, de Matt Fraction y Chip Zdarsky. Cartoné. 136 páginas. Color. 16 €. Una de las sensaciones hace un par de años, tras su lanzamiento por parte de Image. Con una premisa original donde las haya - dos protagonistas capaz de parar el tiempo cuando tienen un orgasmo - Fraction y Zdarsky se hicieron con el Eisner y el Harvey a Mejor Serie Nueva en 2014. Fraction ha comentado en alguna entrevista que se inspiró en los trabajos de Billy Wilder, entre otras cosas, a la hora de escribir el guion de Sex Criminals.  

Bone. Coda, de Jeff Smith. Cartoné. 136 páginas. Color. 11,4 €. Después de 10 años, regresa uno de los personajes más populares de los noventa. Casi una década después que su creador, Jeff Smith, publicará su última aventura, parece que retoma Bone en plan Fray Luis de León ("como decíamos ayer..."), con Fone Bone, Phoney Bone y Smiley viajando a través del desierto para volver a Boneville, acompañados por Bartleby, la joven mostrorrata.

Paletos Cabrones #3, de Jason Aaron y Jason Latour. 160 páginas. Color. 16,95 €. Earl Tubb ya no está, pero eso no va a librar al entrenador Euless Boss de su presencia. Al menos en la forma de su hija, Roberta, Marine de los Estados Unidos que regresa a Craw County como lo hizo su padre. Y de igual manera que sucedió con Earl, eso va a suponer mover el avispero en torno al que gira cada cosa que tiene que ver con el entrenador Boss. Fan declarado tanto de la serie como de sus autores, Aaron y Latour. Poco más que apuntar.

Total - 59,35 € que vuelve a estar por debajo del límite de los 70 euros tras la excepción puntual de junio.

Alternativas: 

Black Hammer 1. Orígenes Secretos, de Jeff Lemire y Dean Ormston. Cartoné. 184 páginas. Color. 19 €. Seis antiguos superhéroes atrapados durante diez años en una extraña granja, van a recibir la visita de un desconocido que los puede llevar de nuevo a sus días de mayor gloria. Con esta premisa, Lemire pone en juego otra de sus personales formas de entender un género tan trillado como es el de los SH's, cosa que siempre es de agradecer. Usando sus propias palabras, Black Hammer es "Essex County con superhéroes". De Dean Ormston no tenía el gusto de conocer su trabajo, pero la verdad es que tiene un estilo que casa mucho con mis filias.

Tekkon Kinkreet: All in One, de Taiyo Matsumoto. Rústica. 624 páginas. B/N. 24,95 €. Dos huérfanos, Negro y Blanco, en una ciudad dominada por la yakuza, tratando de sobrevivir con su propio estilo de vida, libre y salvaje. Esta recomendación viene en parte de la mano de mi amigo Juan Albarran, que en su día me recomendó que viera el anime. Me encantó. Y de ahí que no pueda sino recomendar a su vez haceros con este tochete.

18 mayo 2016

LA CESTA DEL MES #16 (ESPECIAL SALÓN DEL CÓMIC DE BCN)


El mes de mayo he tenido que hacer La cesta del mes de una manera diferente a la habitual, con motivo de la celebración del Salón del Cómic de Barcelona. A esta cita las editoriales suelen llegar cargadas de novedades suculentas. Es por ello que no he podido hacer una sección al uso, con cuatro recomendaciones fijas y algunas alternativas. Incluso seleccionando entre todas la novedades mensuales, he tenido que dividir en dos opciones de cinco obras cada una las sugerencias. Al ser una excepción dentro de la norma, tampoco me he ceñido al límite de los 70 euros por opción, aunque he intentado no pasarme mucho y guardar un equilibrio de presupuestos entre ambas elecciones.

OPCIÓN A:

Scalped (Libro 1 de 5), de Jason Aaron y R.M. Guéra. Cartoné. Color. 296 páginas. 29 €. Una excelente noticia la reedición de esta fabulosa obra. Para mi entender es el trabajo más potente de Aaron hasta la fecha, y eso es decir mucho teniendo en cuenta la notable producción del guionista nacido en Jasper. Un relato de género negro dentro de una reserva india, donde el arte de Guéra es digno de verse una y otra vez hasta que tengas que echarte colirio en los ojos.

Presas fáciles, de Miguelanxo Prado. Cartoné. B/N. 96 páginas. 19,5 €. Cada trabajo del maestro Prado ha de ser por un lado motivo de celebración, y por otro merecedor de compra. Aquí procuro lo uno y lo otro. Presa fáciles es una historia muy de los tiempos que corre este país, donde se refleja la impunidad con que delinquen los que saben que no tienen mucho que temer. Un thriller con escenas que seguro que a más de uno le suenan bastante.

Paletos cabrones, de Jason Aaron y Jason Latour. Rústica. Color. 128 páginas. 14,95 €. Aaron por partida doble. Muchas ganas tenía de que llegara por estos pastos Paletos cabrones (Southern Bastards en original). Image ya prepara el tercer tomo recopilatorio en los USA tras llegar a los catorce números. Este primer tomo en español contiene los cuatro primeros, con Jason Latour al dibujo con un estilo que a mí me pirra. Un pueblo de Alabama lleno de rednecks y bajo el yugo de su entrenador de fútbol americano, ve regresar a un lugareño tras cuarenta años exiliado... ¡y viene con una estaca enorme!

I.D., de Emma Ríos. Cartoné. Bitono. 80 páginas. 14 €. Un nuevo trabajo personal de la vilagarciana Emma Ríos, de la que ya os he recomendado por aquí cosas suyas como Pretty Deadly. Con I.D. se adentra en "una distopía que analiza el conflicto entre percepción e identidad" como indica su ficha en Astiberri, protagonizado por tres personas con diferentes motivaciones para decidir dar un paso adelante que conlleva su riesgo. Hay que apuntar que esta historia ha sido publicada por Image dentro de la antología Island.

Caballero Oscuro III: La raza superior #1, de Frank Miller, Brian Azzarello, Andy Kubert y Klaus Janson. Grapa. Color. 48 páginas. 3,95 €. No voy a descubrir nada nuevo después de la espera y la promoción que ha tenido esta tercera entrega. Miller en la idea, con Azzarello en el desarrollo del guión y Kubert y Janson en el apartado gráfico. Excelentes mimbres en una edición en grapa, que se extenderá a lo largo de ocho meses, con Batman regresando después de desaparecer una vez terminada su guerra contra Lex Luthor.

Total - 81,4 €.


OPCIÓN B:

Los dientes de la eternidad, de Jorge García y Gustavo Rico. Cartoné. Color. 220 páginas. 25 €. Uno de los platos fuertes de este mes. Tras la edición de un primer tomo en 2011 por parte de Edicions de Ponent, llega por fin la historia al completo que Jorge García y Gustavo Rico se han encargado de terminar tras unos cuantos años. Olvidaos del estereotipo del mito vikingo que estamos acostumbrados a mamar. En Los dientes de la eternidad cada página es un disfrute para los sentidos. Una obra que estoy convencido que va a trascender en el tiempo.

El olor de los muchachos voraces, de Loo Hui Phang y Frederik Peeters. Cartoné. Color. 112 páginas. 22 €. Si en la anterior opción teníamos a Miguelanxo Prado, en esta tenemos a Frederik Peeters, que es otro de los que cada vez que saca algo no hay forma humana de resistirse a comprarlo. Aquí llega acompañado de Loo Hui Phang al guión, en un western que maneja los elementos característicos, pero añadiendo ingredientes fantásticos que acaban haciendo de El olor de los muchachos voraces una obra personal y distinta.

Crónicas de la era glacial #1 (de 2), de Jirô Taniguchi. Rústica. 272 páginas. B/N 18,95 €. Raro, pero muy raro encontrar en mis recomendaciones algo de manga. No tengo nada en contra que conste, pero es que soy poco dado a comprarlo. En este caso me decanto por una antigua obra de Taniguchi, reeditada ahora en dos partes, porque la temática me es agradable. Ciencia ficción realista, en una trama que cuenta como la humanidad logra sobrevivir a duras penas a una era glacial, y un protagonista que debe encabezar una expedición hasta la más importante de las ciudades.

Revista Cthulhu #15, de Varios Autores. Rústica con solapas. Color y B/N. 104 páginas. 11,95 €. El momento autobombo no podía faltar entre tanta recomendación. Como os dije hace poco, participo de este especial de la Cthulhu dedicado al escritor galés Arthur Machen, con una historia junto al genial Rafa Vargas. Ya con mi ejemplar en las manos, os puedo decir sin exagerar que el nivel es la leche de bueno en todos y cada uno de los relatos. Este es uno de los tomos más redondos que yo he visto hasta el momento dentro de la andadura de la revista, y eso no es decir poco.

Paper Girls #1, de Brian K. Vaughan y Cliff Chiang. Grapa. Color. 48 páginas. 2,95 €. El formato grapa ayuda a que entre dentro de los elegidos para la gloria de este mes. La temática también, porque estamos ante una historia ochentera a más no poder, donde Vaughan deja de lado el neonoir de The Private Eye, para contarnos como un grupo de chavalas que se encargan de repartir la prensa con sus bicis, descubren un extraño suceso del que nadie más se ha percatado en el pueblo. El estilo de Cliff Chiang personalmente me encanta, así que todo acaba ayudando a que Paper Girls sea compra segura en mayo.

Total - 80,85 €.

En junio volveré a la mecánica habitual de La cesta del mes. Hasta entonces, comprad y leed, estas u otras obras, pero hacerlo.

24 julio 2011

ESCRIBE COMO SI TUS PADRES ESTUVIERAN MUERTOS

Un buen consejo para todo el que quiera disfrutar escribiendo y aspirar a hacerlo en condiciones, de parte de uno de mis guionistas favoritos: Jason Aaron (el que no haya leído Scalped no sabe lo que se pierde). Traducido por Borja Usieto en Nuestros Comics:
En la Universidad, tome tantos cursos de escritura creativa como pude. Algunos fueron más útiles que otros. Aunque cualquier cosa que te haga escribir con una fecha límite y te haga obtener feedback de gente que no son tus amigos o familia es siempre algo bueno. En el instituto, era conocido como escritor. Escribí para el periódico del instituto y para el anuario y entré en cada concurso de escritura que apareció (El único tipo de trofeo que jamás gané por escribir llegó en 8º curso, por una historia sobre una viejo policía entrecano desmantelando una banda de modernos esclavistas. Como puedes ver, no me he alejado demasiado de mi curso original). En el instituto, a la gente le gustaba lo que escribía. A mi familia le gustaba, a mis amigos les gustaba, a los profesores les gustaba. Recuerdo cuando llegué a la universidad y comencé a tomar cursos de escritura creativa, fue la primera vez que me encontré con alguien que odiaba mi trabajo.
Esa es un experiencia fundamental para cualquier joven escritor. Hasta que encuentres a alguien que solo vea los errores en tu trabajo, no entenderás de verdad tu propia escritura. Tu familia y amigos, porque te quieren, tienden a ver solo las cosas que les gustan en tu trabajo. Ven potencial. Otros estudiantes en un curso de escritura en la universidad, estudiantes que no te conocen, que no dan una mierda por ti, están buscando errores. Todo joven escritor necesita conocer a gente que odie su trabajo.

Es el primer paso para escaparse de ser alguien que escribe simplemente para complacer a sus amigos y familia y convertirse en alguien que puede escribir para una audiencia real.

Mi profesor favorito de aquellos cursos de escritura de la universidad se llamaba Lawrence Wharton, y recuerdo que el primer día de clase, expuso sus muy sensatas reglas: Mantén tus historias sencillas. Sin fantasía ni loca ciencia ficción. Ese simplemente no era el espacio para ello. Esa era una clase relatos cortos, nos dijo. No un sustituto barato para la psicoterapia. Estábamos ahí para escribir historias, no para ocuparnos de nuestros profundamente arraigados asuntos personales en el papel. (Alguna gente desafortunadamente, falló en seguir esa regla particular y creo que más tarde se arrepintió). Y por último, y quizás lo más importante, el profesor Wharton nos dio un pequeño y sabio consejo:

Escribe siempre como si tus padres estuvieran muertos.

He seguido ese consejo desde entonces. Ahora bien, no me malinterpretéis. Quiero a mis padres y tengo una gran relación con ellos. Mi madre siempre ha sido mi mayor fan. Compra y lee todo lo que escribo, desde “Scalped” a “PunisherMAX”. Incluso tiene una página del dibujo de Guera en “Scalped” colgada de la pared del salón. Mi padre, creo, está un poco perplejo por mi éxito, pero está tan orgulloso de mí como puede, incluso aunque si por él hubiera sido, habría acabado en la escuela de leyes años atrás.

Escribir como si tus padres estuvieran muertos no significa que realmente les desees ningún daño. Se trata tan solo de dejar ir tus inhibiciones. Renuncia a la vergüenza, métete de lleno. No te censures a ti mismo. No te preocupes sobre quién pueda leerlo, sino simplemente ábrete a pesar de lo que otros puedan pensar. Escribir para ti mismo y solo para ti. He estado escribiendo como si mis padres estuvieran muertos durante mucho tiempo ya. De vuelta a la escuela primaria, estaba escribiendo la clase de mierda demencial que probablemente habría hecho que me expulsaran hoy en día. O al menos me habría marcado como un tipo-que-probablemente-amenace-a-los-demás. No lo hice por supuesto. Amenazar a los demás me refiero. Creo que me metí en una pelea durante toda mi estancia en la escuela primaria, y estoy bastante seguro de que la perdí. Mi deleite en todas las cosas violentas y profanas estaba confinado únicamente a la ficción. La primera historia que recuerdo escribir fue en la escuela, y se llamaba, lo creas o no, “Charlie Brown y la Motosierra”. Mi profesora, Dios la bendiga, en lugar de horrorizarse y alertar a las autoridades, me animó. Fue una de las primeras personas que jamás me dijo que debería crecer para ser un escritor.

Y aquí estoy. Todavía escribiendo el mismo tipo de mierda retorcida. Solo que ahora me pagan por ello. Durante los años, escribí mucho. Poemas, historias, entradas en periódicos, unos pocos descontrolados, torpes y jodidos intentos de novelas. Escribí montones de mierda enferma y retorcida. Mucha de ella aspirando a ser “adulta”, pero aunque podría haberlo sido en términos de materia o nivel de violencia, raramente lo era en contenido real. Pero porque nunca me frené, fui capaz de escribir mi camino a través un completo revoltijo de tonterías. Fui capaz de crecer en la página.

Durante años, escribí como si nadie fuera a leer nunca lo que había escrito. Y (gracias a Dios) poca gente lo hizo. No hay mucho a lo que pueda echar la vista atrás en aquel periodo y sentirme orgulloso de haberlo producido. No hay mucho que sienta como el trabajo de un autentico profesional. Mucho de ello ni siquiera se acerca. Pero no me arrepiento de una sola línea. Porque me trajo hasta donde estoy ahora. Y me gusta dónde estoy ahora. Me gusta mucho.

Todavía escribo para mí mismo. Todavía escribo como si mis padres estuvieran muertos. Como si todo el mundo que jamás he conocido estuviera muerto. Y como si nadie más que yo fuera a leer nada de esto jamás. Si alguna vez llego a un punto en el que esté escribiendo para alguien, será el momento de dejarlo.

Hasta entonces, todavía estaré aquí, escribiendo jodida mierda para hacerme sonreír.

Gracias por leer.